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Introducción
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2007),
citado por Belausteguigoitia (2010) “en México el 95.5% de las organizaciones
manufactureras, de comercio y de servicios son microempresas, mientras que el
3.5% y el 0.8% son pequeñas y medianas empresas, respectivamente, y emplean
al 30.8% del total de los trabajadores”.
A pesar de que según las estadísticas, en MÉXICO existen más MIPyMES, estas
enfrentan serios problemas, tal como lo afirma Vargas(2013): en México “nueve de
cada 10 compañías son empresas familiares, que padecen problemas como la
falta de institucionalización, conflicto de su interés u organigramas poco claros,
esto trae como consecuencia que el 60 no sobrevivan a la primera generación”.
Si hablamos de empresas familiares, los problemas también existen, y es que la
familia se une a la empresa y la situación familiar y empresarial se torna más
compleja, así como lo describe Cuevas (2010):
Los principales problemas de las empresas familiares corresponden a la
ejecución de roles poco apropiados de los miembros de la familia en la
organización, definición de estructuras organizacionales ineficientes,
excesos de miembros familiares en la empresa, inadecuadas políticas de
remuneración, generación de un clima organizacional poco propicio para el
desarrollo, comunicación deficiente, y luchas de poder por el control de la
compañía.