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Introducción
Los sistemas de educación superior a través de la investigación han contribuido a
crear la complejidad de la sociedad y a resolver algunos de sus problemas
(Barnett, 2002), pero su papel más importante es la comprensión de la gran
complejidad de la sociedad para posibilitar la generación con conciencia de las
contribuciones hacia ella (Barnett, 2012).
De acuerdo con la UNESCO, la investigación requiere de la formación de expertos
especializados que generen el conocimiento en colaboración en redes temáticas,
que aglutinen diversos conocimientos e investigadores, desarrollen investigación
interdisciplinaria y transdisciplinaria, con colaboración multilateral y multicultural,
contribuyan a la creación de capacidades nacionales y se integren a la
cooperación científica regional e internacional (UNESCO 1998 y 2009). En México,
la conformación de redes de investigación ha sido apoyada por el ANUIES (2015),
así como por el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) y
actualmente por el Programa para el Desarrollo Profesional para el Tipo Superior
(PRODEP) (Prodep, 2015).
Uno de los principales problemas de los sistemas de educación superior es que su
gestión se ha desarrollado con base en la administración clásica. Si bien, las IES y
las redes de investigación tienen objetivos específicos, como la generación y
transmisión del conocimiento, también son organizaciones humanas “con
comunidades de gente que interactúan con otros para construir relaciones,
ayudarse entre sí, y hacer que sus actividades diarias sean significativas a nivel
personal”… y que al tratarse de sistemas vivos, antes de proponer un cambio en
ellos, se requiere comprender sus procesos naturales (Capra y Luisi, 2014:316).