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Introducción
El punto de partida de esta reflexión es una diferenciación inicial, desde la
experiencia vital, de lo que podemos entender por educación y por
pedagogía:algunos padres y madres han sido sin duda alguna excelentes
educadores; lo cual no implica que hayan sido pedagogos. Ellos han estado
animados siempre por una intencionalidad formativa; así no hayan expresado
nunca esta finalidad con lenguajes académicos. Ellos solían decir con palabras
sencillas:
…Hijos esto es por su bien; lo importante es llegar a ser alguien en la vida;
tienen que aprender a ser personas de bien; es necesario estudiar mucho y
esforzarse para salir adelante; nuestra mayor herencia es la educación que
les ofrecemos; ser educados es volverse personas responsables y capaces
de valerse por si mismas; el día de mañana esperamos que ustedes
también hagan de sus hijos profesionales educados; recuerden siempre que
el ejemplo es lo que mejor educa; en la vida estamos expuestos a cosas
buenas y malas y si uno no está claro en sus creencias, en sus valores,
aprende lo bueno y lo malo de los demás; lo más importante que se debe
aprender es a vivir en familia…
Estas y muchas otras expresiones hemos escuchado de nuestros padres a lo
largo de nuestra vida; en especial en nuestros días de juventud y aún hoy en día;
pero en estos tiempos las recibimos como consejos para la crianza de los hijos;
porque definitivamente ellos también se sienten partícipes y responsables de la
formación de sus nietos.En esta época somos afortunadamente también padres y
madres y hoy al reflexionar es evidente que a nuestros hijos permanentemente les
decimos con palabras sencillas:
…Hijos esto es por su bien; lo importante es llegar a ser alguien en la vida;
tienen que aprender a ser personas de bien; es necesario estudiar mucho
y esforzarse para salir adelante; nuestra mayor herencia es la educación
que les ofrecemos; ser educados es volverse hombres responsables y