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Introducción
Una organización es un fenómeno complejo; demanda una aproximación holística,
que permita la caracterización multifacética de su proceder y actuación. El debate
entre la Teoría Organizacional (TO) y los Estudios Organizacionales (EO) en los
años 80’s ha abierto la puerta a un enfoque más plural. El punto de vista
puramente positivista, que aspira a una racionalidad instrumental cuya lógica se
sustenta en la eficiencia, ha entrado en colisión con otro que pugna por abandonar
el reduccionismo organizacional y dirigirse en pos de un enfoque multirracional.
«El origen de los estudios organizacionales intenta conocer, entender, comprender
y explicar a las organizaciones, en donde la eficiencia es analizada sólo como una
de las múltiples problemáticas de las organizaciones.» (Barba, 2013: 144).
La racionalidad instrumental aún se encuentra explicando e inspirando el
proceder organizacional; donde el sujeto ha devenido objeto de la organización; el
criterio cuantitativo es, por antonomasia, la principal fuente de información; y la
orientación es eminentemente de corte económica. Sin duda esta racionalidad es
heredera de la intelección concipiente, tradición que en el pensamiento humano ha
perdurado por siglos y que haya su sentido en ofrecer objetos de estudio
sólidamente afincados en la certeza y/o certidumbre puramente racional. De ahí
que la eficiencia, cuantitativamente mensurable, haya coronado todos los
esfuerzos teóricos hasta hace unos treinta años en lo que se refiere al fenómeno
de la organización. En contraste, existe una intelección sentient
que
3
Zubiri, Xavier (1980/1991), p. 96, «La unidad estructural de inteligencia y sentir
es determinante de la habitud de intelección sentiente cuyo acto formal es la
impresión de realidad. En cuanto determinante de esta habitud, la estructura